El universo está lleno de sorpresas y algunas, como la que ha traído el asteroide 2024 YR4, pueden ser inquietantes. Este cuerpo celeste, de más de 50 metros de diámetro, ha puesto en alerta a la ONU, que por primera vez en la historia ha activado su Protocolo de Seguridad Planetaria.
La razón es sencilla: los cálculos indican que hay un 1,5% de probabilidades de impacto en la Tierra en diciembre de 2032. Aunque el porcentaje es bajo, supera el umbral del 1%, que es el límite establecido para tomar medidas preventivas.
¿Qué se sabe del posible impacto de un asteroide en la tierra en 2032?

Para empezar, los expertos de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) han comenzado un estudio más detallado para evaluar si realmente hay riesgo o si, como ha ocurrido en otras ocasiones, el asteroide pasará de largo sin causar problemas.
Si su tamaño es menor de 50 metros, la estrategia sería evacuar las posibles zonas de impacto, sin necesidad de intervenir directamente sobre su trayectoria.
Sin embargo, si se confirma la noticia que es más grande de lo esperado, se podría plantear una misión espacial para intentar desviarlo, tal y como se hizo en 2022 con la sonda DART, que logró alterar el rumbo del asteroide Dimorphos.
¿Dónde podría caer el asteroide que puede impactar en la tierra?
Aún no se puede saber con certeza, pero los modelos actuales señalan cinco posibles áreas de impacto:
- Océano Pacífico oriental
- Océano Atlántico
- Norte de América del Sur
- África
- Sur de Asia
De confirmarse la colisión, los efectos dependerían de su tamaño y velocidad. Un asteroide de este tipo no causaría una extinción masiva, pero sí podría provocar una explosión equivalente a varias bombas nucleares.
¿Debemos preocuparnos?
Por ahora, la respuesta es no. Los científicos insisten en que el 98,5% de probabilidades indica que el impacto no ocurrirá. Además, la experiencia con asteroides anteriores demuestra que la tecnología actual permite evaluar y mitigar estos riesgos con tiempo.
A corto plazo, 2024 YR4 se alejará de la Tierra y no volverá a ser visible hasta 2028, cuando se podrán hacer nuevas mediciones. Hasta entonces, los astrónomos seguirán vigilando de cerca su trayectoria, pero sin necesidad de encender las alarmas… al menos por ahora.