La Fórmula 1 pasa por uno de sus momentos más delicados rodeada de polémicas y controversias relacionadas con la gestión de la FIA.
Un ruido de sables e inestabilidad que se ha instalado en el circo de la F1 desde la repentina muerte de Charlie Whiting en 2019, desencadenando una sucesión de directores de carrera y los problemas que pacen no tener fin.
El legado de Michael Masi y sus consecuencias

Michael Masi fue el primero en ocupar el lugar de Whiting, pero su gestión estuvo lejos de ser impecable. Sus decisiones, en ocasiones polémicas, culminaron en un protagonismo que lo llevó a ser el centro de atención, algo inusual y poco adecuado para un árbitro. Esto lo convirtió en blanco fácil para el nuevo presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, quien no dudó en reemplazarlo.
La solución de la FIA fue peculiar: nombrar dos directores de carrera, Eduardo Freitas y Niels Wittich, una decisión que buscaba controlar mejor las controversias. Sin embargo, el experimento no resultó como se esperaba. Freitas abandonó su cargo tras un incidente en el Gran Premio de Japón, mientras que Wittich asumió el rol en solitario, generando una percepción de sumisión hacia las decisiones de la FIA.
Una nueva dimisión que deja muchas dudas en la F1
Recientemente, Wittich ha dejado su puesto, oficialmente por decisión propia, pero los tiempos y las circunstancias apuntan más a un despido que a una renuncia voluntaria. Fuentes cercanas al caso sugieren que las tensiones internas y la incapacidad de la FIA para gestionar las polémicas pudieron haber precipitado esta decisión.
Problemas sistémicos en la FIA
El foco no solo está en los directores de carrera. La FIA enfrenta críticas constantes por sus decisiones, desde sanciones inconsistentes hasta directrices confusas, como las recientes restricciones al lenguaje usado por los pilotos. Incluso las aparentes mejoras, como la solución a los límites de pista, son vistas como tardías.
Un futuro incierto para la F1
Con el quinto director de carrera en pocos años, la Fórmula 1 se encuentra en una encrucijada. Mientras la FIA no aborde los problemas estructurales que alimentan estas controversias, las polémicas seguirán empañando la competición, afectando tanto a su credibilidad como a su atractivo para los aficionados.