Si te pasas el día en el gym, te gusta cuidar lo que comes o simplemente has oído mil veces la palabra “whey” sin saber muy bien qué demonios es, esto te interesa.
Porque no, la proteína whey no es solo para culturistas. Es uno de los suplementos más completos que existen y, si se usa bien, puede ayudarte a rendir más, recuperar mejor y mantenerte más fuerte sin tener que vivir a base de pollo y arroz.
¿Qué es exactamente la proteína whey?
Es una proteína que se extrae del suero de leche (sí, del líquido ese que sobra al hacer queso) y que tiene una calidad biológica altísima.
Traducido: tiene todos los aminoácidos esenciales que tu cuerpo necesita, se absorbe a toda velocidad y es rica en BCAA, esos aminoácidos que ayudan a que tus músculos no se queden como flanes después de entrenar.
¿En qué se diferencia de la whey de la “proteína normal”?
Fácil. La “normal” puede venir de carne, huevo, soja, guisante… Pero la whey es más completa, más ligera, se digiere mejor y está pensada para actuar rápido, justo después de machacarte en el gym.
¿Y para qué sirve?
• Para ganar masa muscular.
• Para recuperarte mejor después del entrenamiento.
• Para sentirte más saciado si estás en fase de definición.
• Incluso para evitar pérdida de músculo si estás bajando peso o simplemente vas cumpliendo años.
La puedes tomar después de entrenar, por la mañana, como snack, o incluso antes de dormir. La dosis estándar es de 20-30 gramos, que puedes mezclar con agua, leche, bebida vegetal o lanzarte a hacerte un batido en condiciones con avena y fruta.
En definitiva, la proteína whey es el suplemento que necesitas para el día a día si quieres cuidar tus músculos sin volverte loco con la dieta. Y sí, también está rica. Que no todo va a ser sufrir.
