Beber alcohol nunca es recomendable, eso está claro. Sin embargo, un estudio reciente que es tendencia ha puesto el foco en un posible “escudo” contra sus efectos: el queso.
Sí, como lo lees. Resulta que este alimento tan nuestro podría ayudar a reducir el impacto del alcohol en el organismo, al menos según la investigación publicada en el Journal of Functional Foods y comentada por el médico e influencer Miguel Assal.
El estudio que recomienda comer queso si vas a beber alcohol
El estudio se hizo en ratas, a las que se dividió en tres grupos: unas tomaban un queso enriquecido con probióticos, otras un queso normal y el resto nada de queso. Después, todas recibían alcohol y se analizaban sus niveles en sangre. ¿El resultado? Las que habían tomado el queso con probióticos tenían hasta un 50% menos de alcohol en sangre en algunas mediciones y, además, mostraban menos daño hepático.
El mecanismo no es tan sencillo como decir “la grasa del queso lo arregla todo”. Los investigadores apuntan a que la clave estaría en los probióticos y en cómo estos influyen en las enzimas que metabolizan el alcohol (la famosa ADH y la ALDH) y en la expresión genética relacionada con procesos inflamatorios. Vamos, que no hablamos solo de una capa de grasa protegiendo el estómago, sino de una reacción bastante más compleja.
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Eso sí, ojo al dato: el estudio se hizo con ratas y con un queso diseñado expresamente para la investigación. Es decir, no es lo mismo zamparse un manchego que un queso lleno de probióticos preparados en laboratorio. Además, nadie midió la resaca, así que esa parte de “te levantas como nuevo” es más mito que realidad de momento.
Aun con esas limitaciones, el hallazgo es interesante. Básicamente, sugiere que acompañar la copa de vino, la cerveza o el gin-tonic con un buen queso podría tener cierto efecto protector, aunque ni mucho menos convierte al alcohol en algo sano. Como bien recuerda Assal: “No deberías beber, pero si lo haces, mejor que haya queso de por medio”.
En definitiva, otro ejemplo de cómo la ciencia sigue buscando formas de entender y mitigar los daños del alcohol, aunque la recomendación número uno siga siendo la de siempre: cuanto menos, mejor.