Que cada vez existen más tipos de parejas diferentes y más reglas que permiten moldear las relaciones hacia las nuevas necesidades de quienes las componen no es nada nuevo.
Sí que lo son las nuevas tendencias que comprometen el sistema tradicional, como lo hace la misogamia, la nueva tendencia que arrasa entre las nuevas parejas y que pone de manifiesto lo que muchas de ellas piensan: que nada es para siempre.
¿Qué es la misogamia?
La misogamia, cuya etimología proviene del griego misos (odio) y gamos (matrimonio), no es otra cosa que el rechazo o aversión al matrimonio o formalización legal y/o religiosa de la pareja.
Un fenómeno que ha ganado relevancia en una sociedad en la que sigue habiendo matrimonios tanto por la iglesia como civiles, pero que claramente cotizan a la baja.
En parte, aseguran los misógamos, alertados por las altas tasas de divorcio y las complejidades emocionales y legales que suelen acompañar las separaciones en un mundo en el que nadie tiene claro qué querrá dentro de 5, 10 o 20 años.
Causas y razones detrás de la misogamia
La misogamia, según los expertos, está motivada por diferentes factores. Muchos de ellos estarían relacionados a experiencias negativas asociadas con el matrimonio o la observación de rupturas familiares dolorosas.
El divorcio, por ejemplo, es una de las causas que más peso tienen en aquellas parejas que rechazan de plano la idea de casarse. Y es que las tensiones que surgen durante una separación, sumadas a los procesos legales y emocionales, generan una percepción muy negativa del matrimonio que poco a poco parece ir a más.
Además, algunos individuos consideran que la convivencia y el amor no necesitan ser formalizados por una figura legal como el matrimonio. Si a este se le suma la mayor libertad que existe hoy en día y que cada vez aguantamos menos las incompatibilidades de parejas, el cóctel da como resultado la misogamia.
La misogamia, una tendencia al alza
Aunque el matrimonio sigue siendo una institución importante para muchas personas, la misogamia refleja un claro cambio en la forma en que la sociedad contemporánea percibe las relaciones.
Aquellos que optan por no casarse buscan evitar posibles conflictos legales y emocionales asociados con las separaciones, y prefieren establecer relaciones basadas en la libertad y la autonomía personal. Ya hay quien dice que el matrimonio está en peligro de extinción.
