En los últimos meses ha circulado con fuerza en redes sociales un supuesto listado de enfermedades con las que la DGT impediría renovar el carnet de conducir. Según este bulo, afecciones tan comunes como la celiaquía, la diabetes o incluso la ansiedad dejarían automáticamente a los afectados sin permiso para ponerse al volante. Pero la realidad es bien distinta.
La Dirección General de Tráfico ha desmentido de forma rotunda estas noticias. No existe ningún cambio previsto para este 2025 en cuanto a las enfermedades que impiden conducir o renovar el carnet. De hecho, las aptitudes psicofísicas que se tienen en cuenta para ello no han sido modificadas desde 1997.
Eso no significa que cualquier condición médica sea compatible con la conducción. Sí existe un listado oficial con afecciones que pueden limitar, condicionar o impedir la obtención o renovación del carnet, y se basa en criterios médicos avalados por estudios científicos. El objetivo es claro: reducir los accidentes y avanzar hacia el ambicioso plan “Visión Cero”, con el que se busca alcanzar en 2050 una red vial sin víctimas mortales.
La lista de enfermedades que requerirán de un certificado para poder renovar el carné
Este listado incluye nueve grupos de enfermedades, entre ellas las cardiacas (como arritmias o infartos recientes), neurológicas (epilepsia, pérdida de conciencia, etc.) y psiquiátricas graves (demencia, trastornos del sueño, dependencia de sustancias…). También se contemplan casos específicos de enfermedades respiratorias, oncológicas o crónicas y degenerativas, como el Alzheimer o el Parkinson.
Ahora bien, en muchos de estos casos no se impide conducir de forma permanente. Se establecen periodos de renovación más cortos —entre 1 y 5 años, según el caso— y es imprescindible contar con un informe médico favorable que garantice la seguridad del conductor y del resto de usuarios de la vía.
En definitiva, si convives con alguna enfermedad crónica, la clave está en mantener un seguimiento médico adecuado y cumplir con los requisitos establecidos. Y, sobre todo, no dejarse llevar por bulos sin fundamento que sólo generan alarma innecesaria.
