En Canadá lo dejó clarísimo: pole brutal, ritmo de martillo pilón y victoria sin pestañear. A estas alturas, el británico suma ya cuatro victorias en 2025 y, lo más impactante, le ha pintado la cara a Lewis Hamilton en cada carrera de la temporada pasada. Y aun así, Mercedes no suelta prenda sobre su renovación para 2026.
Russell se ha convertido en el tapado de la lucha por el Mundial de F1. Todos hablan de Verstappen, de los McLaren… y mientras tanto, George acumula podios, victorias y puntos como si no fuera la promesa que ha demostrado ser. Lo único que le juega en contra es ese maldito asiento que aún no tiene atado. Porque sí, amigos, el estrellón de Mercedes podría estar en el mercado en pleno baile de pilotos.
Mientras tanto, los rumores vuelan. Red Bull se frota las manos si ‘Mad Max’ decide largarse. En Aston Martin no descartan ningún movimiento (aunque Alonso y Stroll parezcan intocables). Y mientras todo el paddock especula, Russell lo tiene claro: “No he hablado con nadie más. Mi sitio es Mercedes y quiero quedarme”.
Más claro, agua.
El británico sabe que su mejor versión todavía está por llegar. Lo dice él mismo: “Estoy pilotando mejor que nunca. Siento que aún tengo margen y estoy preparado para pelear de verdad por el campeonato.”
Y viendo su dominio en pistas calientes y su consistencia, no suena a farol. Si McLaren mete la pata o Red Bull solo brilla con chispazos de Verstappen, George tiene vía libre para asaltar el trono.
El único borrón fue Mónaco, con un fallo eléctrico y estrategias locas que le arruinaron el finde. Nada grave para un piloto que parece más sólido que nunca y con un hambre de títulos que asusta.
Mercedes juega con fuego al no renovar ya a Russell
El mercado sabe que Russell es el diamante que todos quieren pulir si Verstappen da la espantada. Él, fiel a la estrella de tres puntas, no esconde su carta: quiere quedarse, quiere ganar y quiere marcar una era.
El 2026 está a la vuelta de la esquina y George Russell, el estrellón sin contrato, promete dar guerra dentro y fuera de la pista. ¿Apostamos?
