Fernando Alonso vuelve a ser el hombre que no se calla. Ni siquiera cuando su AMR25 apenas da para pelear por los puntos. En Austin lo dejó claro: “Somos el noveno coche”. Pero, al mismo tiempo, repitió que todo su foco está puesto en 2026, el año del gran cambio técnico en la Fórmula 1 y, tal vez, el último gran baile del asturiano.
Alonso ya ha empezado a mover fichas y, de paso, a lanzar mensajes a su equipo. “Tenemos muchas cosas que hacer. Motor nuevo, gente nueva, y un cambio que no se veía en 17 años”, dijo con esa mezcla de sinceridad y exigencia que tanto le caracteriza.
En otras palabras: Aston Martin no puede dormirse. El bicampeón sabe que el reglamento que llega el próximo año abre una ventana única para volver a soñar, pero también que la oportunidad se escapa si no hay trabajo serio detrás.
La caja de cambios, las suspensiones y todo lo que implica pasar de cliente a equipo oficial con Honda
En Silverstone ya se nota el movimiento. Con Andy Cowell al mando, Adrian Newey como cerebro aerodinámico y Enrico Cardile en la parte técnica, el equipo verde ha armado un grupo de élite. Aun así, el piloto español ha dejado claro que no basta con nombres: la caja de cambios, las suspensiones y todo lo que implica pasar de cliente a equipo oficial con Honda deben funcionar como un reloj. “Tenemos más trabajo que los demás”, repitió. Una advertencia y, a la vez, una motivación.

Mientras tanto, Alonso sigue exprimiendo cada carrera de 2025. Suma puntos donde otros apenas sobreviven y usa cada fin de semana como banco de pruebas para el futuro. “Las carreras son como un test”, comentó.
Y no le falta razón: México, Las Vegas o Abu Dhabi no son solo circuitos, son pasos de preparación para el desafío que se avecina.
El 2026 promete una Fórmula 1 más eléctrica, más ligera y, en teoría, más divertida. Alonso lo mira con ilusión, pero también con prudencia: “Un cambio de reglamento siempre busca más espectáculo… pero no siempre sale bien”.
Aun así, el ovetense mantiene la esperanza de volver a luchar al frente antes de decir adiós. Y si algo ha demostrado en estos años, es que cuando Alonso se ilusiona, medio paddock tiembla.