Jon Rahm está de vuelta en Valderrama y no ha venido a pasar el rato. El vizcaíno, que ahora compite en la liga saudí LIV Golf, vuelve a casa con la ambición intacta y una meta clara: quiere seguir escribiendo su nombre en la historia grande del golf mundial. Ni los altibajos de esta temporada ni las polémicas en torno a su fichaje millonario han cambiado su enfoque.
El objetivo de Rahm es ser el mejor golfista de todos los tiempos
Lo tiene claro: su objetivo sigue siendo el mismo de siempre, ser el mejor. Aunque reconoce que, con los años, ha aprendido a no decirlo tan abiertamente. Lo que no ha cambiado es esa motivación infantil que lo impulsa a exigirse más. “Si me marco metas fáciles, pierdo el hambre”, confiesa. Y por eso sueña en grande, aunque eso signifique quedarse corto. Porque quedarse corto, para él, sigue significando estar en la élite.
Rahm admite que lo que más le sorprende al mirar atrás no es su palmarés ni el contrato multimillonario con LIV, sino su familia. “Antes de conocer a Kelley, ni me planteaba tener hijos. Ahora tengo tres antes de los 30”, dice entre risas.

También se moja sobre la situación actual del ranking mundial, que no reconoce los resultados de LIV. “No refleja la realidad de los mejores”, lanza sin rodeos. Y pide una solución que no castigue a jugadores como él, que siguen siendo competitivos pese al cambio de circuito.
Además, valora positivamente su paso por LIV. “Aquí me siento más querido. Todo está más pensado para el jugador y su familia”, explica. Desde la comida hasta las instalaciones, pasando por el trato humano.
Sobre su juego, cree estar cerca de encontrar el clic que lo devuelva a su mejor nivel. Y sobre la Ryder, no da nada por hecho, pero es optimista: “Prefiero clasificarme y no dejar margen a dudas”.
Jon Rahm está tranquilo con su golf, pero con hambre. Y avisa: “Cualquier día encajo todo y firmo un final de temporada espectacular”. Su leyenda aún está en construcción.