¿Eres de los que necesita una ducha para empezar el día con energía o prefieres relajarte bajo el agua caliente antes de dormir?
La eterna pregunta sobre cuál es el mejor momento para ducharse tiene argumentos a favor y en contra en ambos casos. Pero, ¿qué dice la ciencia al respecto?
Ducharse por la mañana: el impulso que necesitas
Para muchos, la ducha matutina es un ritual imprescindible. El agua fría o templada activa la circulación, despierta el cuerpo y ayuda a despejar la mente, algo especialmente útil si las mañanas no son tu fuerte. Además, para quienes tienen la piel grasa, lavar el rostro y el cuerpo al empezar el día ayuda a eliminar el sebo acumulado durante la noche.
Por otro lado, estudios han demostrado que la exposición al agua fría a primera hora puede estimular la producción de endorfinas, lo que mejora el estado de ánimo y reduce el estrés. Quizás si tu lifestyle es muy exigente, sea tu mejor opción.
Sin embargo, ducharse por la mañana tiene su lado menos positivo. Si el agua está demasiado caliente, puede resecar la piel y eliminar los aceites naturales, dejando la piel más vulnerable a los factores ambientales del día.
Ducharse por la noche: el aliado del descanso
Por otro lado, muchos expertos en sueño recomiendan ducharse por la noche. El agua caliente relaja los músculos y ayuda a reducir el estrés, preparando al cuerpo para un descanso más profundo. Además, cuando sales de la ducha y tu temperatura corporal desciende, el cerebro recibe la señal de que es hora de dormir.
Otro punto a favor es la higiene. Durante el día, el cuerpo acumula sudor, contaminación y bacterias, por lo que ducharse antes de meterse en la cama ayuda a mantener la piel limpia y evitar problemas cutáneos.

No hay una respuesta única. Si lo que buscas es empezar el día con energía, la ducha matutina es ideal. Si, en cambio, priorizas la relajación y el descanso, una ducha nocturna puede marcar la diferencia en la calidad de tu sueño. Al final, todo depende de tu rutina y de lo que haga sentir mejor a tu cuerpo.