Las relaciones abiertas, lejos de ser una moda pasajera, se están consolidando como una opción real y consensuada para muchas parejas que buscan explorar su sexualidad sin renunciar al vínculo afectivo que ya comparten. En este contexto, nace una herramienta innovadora y muy útil: el primer contrato diseñado para regular los términos de este tipo de relaciones.
Más allá del mito de que una relación abierta es sinónimo de descontrol, la realidad es que se basa en la confianza, el respeto y la comunicación constante. Las preguntas que surgen cuando una pareja decide abrir su relación no son pocas: ¿puedo repetir con la misma persona?, ¿vamos juntos o por separado?, ¿hay límites en las prácticas?, ¿y si me arrepiento?
Así es el primer contrato para relaciones abiertas
Para dar respuesta a todas estas dudas, la red social Wyylde ha desarrollado un modelo de contrato privado que cada pareja puede descargar y adaptar a su realidad y estilo de vida. Este documento no busca imponer reglas externas, sino establecer un marco seguro y flexible donde ambas partes se sientan cómodas.
El contrato aborda seis aspectos clave: definir para qué se firma, establecer un periodo de prueba, comprometerse a la transparencia emocional, fijar límites sexuales y logísticos, pactar el grado de comunicación con la pareja y con el entorno, y, por supuesto, no descuidar nunca el tiempo de calidad compartido. Porque abrir la relación no significa restar importancia a lo que ya existe, sino encontrar una nueva forma de cuidarlo.

En esencia, se trata de negociar acuerdos que evolucionen con la propia relación, de poder decir “esto no me funciona” sin miedo, y de tener claro que todo puede revisarse. Lejos de restar romanticismo, estas dinámicas permiten conocerse mejor y fortalecer el vínculo.
El contrato para parejas abiertas no es una camisa de fuerza, sino una brújula consensuada para no perderse en el camino del deseo compartido. Un paso más hacia una visión más honesta y personalizada del amor.