En una época donde parece que más es más, sobre todo cuando hablamos de sexo, aparece una idea que rompe todos los esquemas: dejar de tener relaciones puede ser, en algunos casos, justo lo que tu relación necesita. ¿Cómo te quedas?
Sí, lo dicen los sexólogos, y no, no es una excusa para evitar el tema. De hecho, se están dando cada vez más casos de parejas que, al dejar de lado el sexo durante un tiempo, descubren una forma distinta —y más profunda— de conectar. Porque aunque cueste creerlo, el deseo no siempre se reactiva en la cama… a veces necesita silencio, espacio y un poco de misterio para volver a encenderse.
Cuando menos (sexo) es más
Los expertos en salud sexual lo tienen claro: una pausa en la actividad sexual puede abrir un camino interesante para la relación.
¿Por qué? Primero, porque obliga a hablar. Sin la válvula de escape del sexo, toca sentarse a charlar de lo que realmente importa: qué te gusta, qué echas de menos, qué te apetece experimentar. Se habla más, se entiende mejor y, sí, la conexión emocional sube puntos.
Y es que, con el sexo “en pausa”, muchas parejas empiezan a redescubrir otros gestos: caricias sin intención, besos sin prisa, abrazos que duran más de tres segundos… Toda esa parte de la intimidad que muchas veces queda tapada por el “vamos al lío”.
No es para todos, ni para siempre
Ahora, que nadie se lleve esto como una receta mágica. No todas las parejas funcionan igual, y la clave está —como casi siempre— en el acuerdo mutuo. Decidir hacer una pausa sexual tiene que ser algo que los dos veáis con buenos ojos. Porque si uno quiere y el otro no, lo que era un experimento puede acabar en drama.
También conviene no estirar demasiado la cuerda. Una pausa es eso: una pausa. Si no hay un objetivo claro detrás (recuperar la chispa, explorar nuevas formas de intimidad, etc.), puede acabar generando ansiedad o distancia emocional.
El deseo se cocina lento
Curiosamente, parar puede ser la mejor forma de encender el fuego. Cuando el sexo se convierte en rutina, pierde esa parte de sorpresa, de juego. Al apartarlo un tiempo, puede que vuelva con más fuerza. Como quien se muere por volver a probar un plato que lleva meses sin comer.
Así que ya sabes: si en tu relación algo se siente apagado, tal vez no sea cuestión de hacerlo más… sino de parar, mirar al otro a los ojos y preguntarse: ¿nos estamos escuchando de verdad? Y cambiar lo que haga falta en tu estilo de vida para recuperar la llama.
