Cumples 40 y, de repente, esa barriga que antes desaparecía tras un par de días comiendo bien… ahora parece haberse instalado de forma permanente. No eres tú, es tu metabolismo.
A esta edad, el cuerpo ya no responde como a los 25: baja testosterona, estrés acumulado, lifestyle poco sano, menos horas de sueño y, sí, esa cervecita de jueves que parece inofensiva, pero se queda ahí, abrazando tu cintura.
Trucos para perder barriga pasados los 40 años
El error más común es tirarte al cardio como si eso fuera a resolverlo. Horas de bici, running, spinning… y la barriga sigue ahí, como riéndose en tu cara. ¿La clave? Más músculo, menos drama.
A los 40, necesitas entrenar para construir, no para quemar. Pesas, ejercicios con tu propio cuerpo, bandas elásticas… lo que sea, pero con consistencia y progresión. Tres o cuatro veces por semana es suficiente para que tu cuerpo empiece a ponerse serio.
Y no, los abdominales no hacen magia. Pueden ayudar a tener mejor postura y a sentirte más firme, pero si comes como si tuvieras 20 años, ahí se quedan, tapados.

Lo que comes importa más que cuánto comes. No se trata de pasar hambre, sino de priorizar proteínas, verduras, grasas buenas y controlar los picos de insulina.
Olvídate de milagros y enfócate en rutinas sostenibles. Y ojo al descanso. Dormir bien y controlar el estrés tiene más impacto en tu barriga que cualquier suplemento.
Si duermes mal, sube el cortisol… y la grasa abdominal se multiplica. ¿Lo más importante para perder barriga a los 40? No hace falta que lo hagas perfecto, solo que lo hagas la mayor parte del tiempo. Constancia > intensidad.
Y cuando los pantalones empiecen a quedarte sueltos y el espejo te devuelva una versión más afinada de ti mismo, vas a saber que no ha sido magia. Ha sido sentido común, adaptado a tu edad.