El Gran Premio de Miami 2025 fue, sin duda, uno de esos fines de semana que nadie en Maranello querrá recordar. Ferrari llegó con muchas esperanzas tras el podio de Lewis Hamilton en la carrera sprint, pero la realidad dejó claro que el SF-25 no está al nivel que se esperaba.
Leclerc se harta de la situación de Ferrari
En clasificación, las cosas ya apuntaron mal: Charles Leclerc solo pudo ser octavo, tras tener que reparar su coche después del choque en la vuelta de formación. Hamilton, por su parte, quedó eliminado en la Q2, algo que no le ocurría desde la primera cita de la temporada. Aquellas posiciones de salida nos daban una pista de lo que vendría el domingo: un coche lento, que no encontraba la velocidad necesaria ni en recta ni en curva, y dos pilotos frustrados.
Leclerc se mostró resignado al volante: “Siento que ya exprimí todo lo que podía del coche”, confesó. Y no era un simple berrinche: el monegasco acabó a 57 segundos del ganador, un margen que habla por sí solo. Entre tanto, las órdenes de equipo (como aquel intercambio de posiciones con Hamilton) tampoco ayudaron. “Estaba tan enfadado que apenas quería hablar por radio”, comentó Charles.

Fred Vasseur, director de la Scuderia, admite la urgencia de dar con la tecla. “Tal vez el problema esté en la preparación de los neumáticos”, sugirió, aunque reconoció que es solo una pieza del puzzle. El equipo ya trabaja a toda máquina en Maranello para entender qué falló en Miami y evitar repetir la misma historia en Imola y más adelante.
En el box se respira tensión. Leclerc y Hamilton coinciden en que el coche necesita actualizaciones urgentes. “Sin novedades aerodinámicas o mejoras de motor, va a ser muy difícil”, avisó Hamilton. Mientras tanto, en Maranello se apresuran a diseñar e introducir piezas nuevas. Porque si algo tiene claro Ferrari, y especialmente sus pilotos, es que la fe no se pierde: “Creeremos en este coche hasta el final”, prometió Charles.
El mensaje está lanzado: en Ferrari no piensan tirar la toalla. Los próximos Grandes Premios de F1 serán la primera gran prueba para medir si las correcciones sirven de verdad, o si la Scuderia necesitará un giro aún más radical para volver a pelear arriba.