El sueño infantil es uno de los grandes temas que más preocupan a las familias, especialmente cuando los pequeños empiezan a crecer y los despertares nocturnos o la falta de descanso comienzan a pasar factura. Según el doctor Héctor Boix, pediatra del Hospital Universitari Dexeus, establecer buenos hábitos desde los primeros meses de vida es clave para prevenir problemas más adelante.
Consejos para que los niños duerman mejor
Durante los primeros meses, un bebé puede dormir entre 16 y 17 horas diarias, repartidas a lo largo del día. Sin embargo, los verdaderos problemas del sueño suelen aparecer en la etapa escolar, cuando el descanso inadecuado empieza a relacionarse con dificultades en el aprendizaje, lenguaje o comportamiento.
Entonces, ¿qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos a dormir mejor? Uno de los consejos principales del doctor Boix es proteger el espacio destinado al sueño: la cama debe ser un lugar exclusivo para descansar, sin juegos, comidas ni castigos asociados. También insiste en la importancia de establecer una hora fija para acostarse. Muchos niños no tienen un horario definido para dormir, pero sí para levantarse, lo que acorta drásticamente sus horas de sueño.
Además, las horas previas al descanso son esenciales. El especialista recomienda evitar actividades estimulantes como videojuegos o pantallas y optar por rutinas tranquilas: una ducha, cena ligera, cepillado de dientes, un cuento… y a dormir. La constancia es fundamental.
¿Y qué pasa si el niño se despierta por la noche? En bebés, puede deberse a cólicos o necesidades alimenticias. En niños más mayores, a veces el problema es más emocional. Muchos solo buscan un poco más de tiempo con sus padres. Por eso, dedicar momentos de calidad antes de acostarse puede marcar la diferencia.
Por último, como apuntan noticias recientes, es aconsejable que los niños se duerman solos, en su propia cama. Acompañarlos, pero sin dormirlos en brazos o en otro sitio para luego trasladarlos, es una manera eficaz de que reconozcan su espacio de descanso.
Con amor, paciencia y rutinas claras, es posible ayudar a nuestros hijos a dormir mejor y, con ello, a crecer más felices y sanos.
