El paddock ha empezado a temblar. Max Verstappen, tricampeón del mundo y piedra angular de Red Bull, ha dejado entrever que su paciencia podría tener fecha de caducidad. La escudería que lo vio alzarse como el rey indiscutible de la Fórmula 1 vive su momento más delicado en años, y eso ha encendido todas las alarmas.
La carrera en Bahréin ha sido el detonante. El coche no responde: es lento en recta, inestable en curva y sus frenos parecen un chiste de mal gusto. Max terminó sexto, pero lo más preocupante fue su frustración. Ya no esconde que, con este monoplaza, no ve opciones de pelear por el título. Y cuando Verstappen se enfada, el futuro se tambalea.
Verstappen, advierte a Red Bull de su posible marcha a otro equipo
¿Y si decide marcharse? Su contrato tiene cláusulas, sí, pero su deseo pesa más. Los rumores sobre el pobre rendimiento del motor que usará Red Bull en 2026 no ayudan. Ni tampoco el desgaste interno del equipo. La situación empieza a parecer insostenible.
Y entonces surge la gran pregunta: ¿dónde podría ir Max? Mercedes lo querría sin dudarlo, pero tendría que sacrificar a Russell. McLaren, con un coche competitivo, podría plantearse relevar a un Lando Norris emocionalmente tocado. Ferrari también está en el radar: ¿cederían su asiento Leclerc o Hamilton si se pone Verstappen sobre la mesa? Todo depende del propio Max. Si se abre la puerta, medio paddock se moverá para intentar ficharlo.
Mientras tanto, el campeonato sigue su curso con Piastri demostrando solidez y Norris dejando entrever grietas emocionales. McLaren vive una encrucijada: elegir entre el talento explosivo y el temple frío. Y Sainz, víctima de un toque mal sancionado, pagó injustamente los platos rotos en un Williams que aún necesita mucho trabajo.
La Fórmula 1 de 2025 apenas arranca, pero la verdadera batalla ya ha comenzado fuera de la pista. Y el protagonista, como casi siempre, se llama Max Verstappen.
