Pasamos demasiado tiempo sentados. Entre el trabajo, el sofá y hasta las horas muertas mirando el móvil, nuestro cuerpo se acostumbra a una postura que no le hace ningún favor. Y una de las consecuencias más habituales (y menos conocidas) es la inclinación pélvica anterior, también llamada hiperlordosis.
¿De qué va esto? Imagina que te pones unos pantalones cortos y ves que la cintura queda inclinada hacia delante, como si tu trasero sobresaliera más de lo normal. Pues eso es básicamente lo que ocurre: la pelvis se inclina hacia delante, los músculos se desequilibran y empiezan los problemas. Dolor lumbar, molestias en las rodillas e incluso bajo rendimiento en el gimnasio son algunas de las joyitas que vienen en el pack.
Por qué ocurre la inclinación pélvica anterior
La fisioterapeuta Kristen Lettenberger lo tiene claro: tanto tiempo sentados deja los flexores de la cadera tensos y acortados. Como resultado, los abdominales se “apagan” y los glúteos e isquiotibiales no trabajan como deberían. El cuerpo, en vez de estar alineado, adopta una postura forzada que pasa factura con el tiempo.
Cómo saber si tengo inclinación pélvica anterior
El truco es sencillo: ponte de pie frente a un espejo y piensa en tu torso como un reloj. Si el ombligo son las 12 y los pies las 6, observa dónde descansan tus caderas. Si ves que la parte frontal cae hacia abajo, probablemente tengas inclinación pélvica anterior. Detectarlo es el primer paso para poder corregirlo.
Soluciones prácticas para corregirla
• Entrenamiento de fuerza: ejercicios como el dead bug para abdominales o la bisagra de cadera para glúteos e isquios ayudan a equilibrar la musculatura.
• Moverse más: levántate cada 30-60 minutos. No hace falta que te pongas a hacer sentadillas en la oficina, basta con caminar un poco.
• Herramientas extra: una pistola de masaje, cinta kinesiológica o rodillos de espuma pueden ser aliados para relajar músculos y mejorar la postura.
El objetivo: reeducar la postura
Los gadgets ayudan, sí, pero la clave está en reaprender a moverte y reforzar los músculos que sostienen tu pelvis. Es un trabajo a medio plazo, pero la recompensa es clara: menos dolor de espalda, mejor rendimiento físico y una postura mucho más saludable.
La inclinación pélvica anterior no es una condena, pero ignorarla sí puede complicarte tu estilo de vida. Así que ya sabes: menos sofá, más movimiento y un par de ejercicios clave en tu rutina. Tu espalda te lo agradecerá.
