Han pasado 16 años desde que Borderlands revolucionó el género de los looter shooter, y Gearbox vuelve a la carga con Borderlands 4, un título que recupera la esencia de la saga, pero que no termina de dar ese salto que muchos esperaban.
Tras más de 60 horas de juego, la conclusión es clara: es divertido, muy divertido, pero también deja la sensación de estar demasiado atado al pasado.
Lo bueno de siempre (y funciona)
Borderlands 4 sigue siendo lo que siempre ha sido: disparos en primera persona frenéticos, botín hasta decir basta y un arsenal con literalmente millones de armas que hacen que cada partida sea distinta. La fórmula funciona, sobre todo si lo juegas en cooperativo con amigos. A eso hay que sumarle el estilo visual cell shading que convierte la pantalla en un cómic en movimiento.
En lo jugable, destacan los nuevos añadidos como el doble salto, la posibilidad de planear y un látigo de energía que aporta verticalidad y variedad a los combates. Pequeños cambios que, aunque no reinventan la rueda, sí aportan frescura a las batallas.
Lo que flojea (y se nota)
El gran problema está en la campaña. La historia en el planeta Kairos se reduce a derrotar a un villano insulso y a sus secuaces, sin giros memorables ni personajes carismáticos como aquel inolvidable Jack el Guapo. El guion se siente plano, predecible y con un humor mucho más rebajado que en entregas anteriores.
Además, Gearbox ha apostado por un mundo abierto con muchas actividades secundarias, pero la mayoría son repetitivas y terminan alargando la experiencia de forma artificial.
Donde brilla de verdad
Si hay un apartado en el que Borderlands 4 saca matrícula de honor es en la personalización. Cada uno de los cuatro buscacámaras cuenta con tres árboles de habilidades enormes, con combinaciones que permiten crear builds únicas. Para los fans de toquetear estadísticas y exprimir personajes, esto es un auténtico festín.
El endgame también promete entretenimiento a raudales: nuevos niveles, jefes especiales, misiones semanales y un sistema de mejoras que invita a seguir jugando mucho después de acabar la campaña.
Borderlands 4 es un juego sólido, divertido y con contenido para aburrir, pero que no logra alcanzar el nivel de Borderlands 2, el punto álgido de la saga. Si eres fan, lo vas a disfrutar; si no, difícilmente esta entrega te hará cambiar de opinión.
