En un mundo donde todo va deprisa, el cuddlegasm se ha convertido en la tendencia que nadie esperaba. No hablamos de posturas imposibles ni de técnicas ocultas, sino de algo tan básico como un abrazo largo, una caricia en la pierna o el simple gesto de entrelazar las manos. Lo que antes llamábamos “mimos” ahora tiene nombre propio y está revolucionando a muchas parejas en España.
¿Qué es exactamente el cuddlegasm?
El término suena a palabro inventado en Silicon Valley, pero en realidad se refiere a esa sensación de bienestar y placer que algunas personas sienten cuando están acurrucadas, cuando alguien les acaricia el pelo sin prisa o cuando sienten un contacto físico tierno y tranquilo. No es un orgasmo, no busca necesariamente la excitación sexual, pero sí activa lo que muchos llaman el “modo calma”.
La clave está en la oxitocina, la famosa “hormona del amor”, que se libera cuando nos abrazan o nos acarician. Esa descarga química en el cerebro hace que el cuerpo se relaje, el estrés baje y la conexión con la otra persona se sienta más fuerte. Vamos, que no es magia, es pura biología.
¿Por qué engancha tanto?
Porque vivimos con prisa. Porque muchas relaciones caen en la rutina y se olvidan de esos detalles que no van directos a la cama. Y porque, al final, todos necesitamos sentirnos seguros, queridos y conectados. El cuddlegasm rescata esa parte olvidada del placer que no depende del sexo en sí, sino del contacto humano.
Además, estudios sobre el “affective touch” ya han demostrado que las caricias y abrazos prolongados ayudan a reducir la ansiedad y mejoran el estado de ánimo. Y claro, en tiempos de Tinder, ghosting y citas exprés, no es raro que cada vez más parejas vean en esto un antídoto contra la frialdad moderna.
Lo curioso es que no solo se habla de cuddlegasm en parejas. También hay quien lo experimenta con amigos cercanos o familiares, siempre desde un plano afectivo y no sexual. El mensaje es claro: tocarse importa. Y no hace falta más que un rato de sofá, una manta y alguien con quien compartirlo.
Quizás la verdadera revolución del cuddlegasm sea esa: recordarnos que, antes de las pantallas y las prisas, lo que más calma y placer nos daba era un simple abrazo.
